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lunes, 23 de febrero de 2009

Torrijas de vino y miel, torrijas sin miedo, torrijas valientes

Sí, sin más. Torrijas por excelencia. Pan, huevo, vino y miel, casi nada, ingredientes que con sólo nombrarlos convierten un estómago lleno de telarañas en la casa de la abundancia, de los más señalados alimentos que el hombre ha nombrado y creado y que hoy vamos a, sabiamente, combinar para transformarlos en uno de los más exquisitas preparaciones de nuestra gastronomía (nomos, del griego, costumbre, ley, modo, manera; gastro, del mismo, vientre, estómago).
Aún pueblan las naranjas los árboles que construyen sentidamente, aroma, color, la mayor parte del paisaje de la ciudad de Sevilla, como pueden comprobar en esa fotografía que mi hija se ha empeñado en que acompañe a esta receta.


Aún queda algún tiempo para que florezca "La flor". No, en este caso no hay redundancia en los términos empleados, y si alguien pudiera encontrarla será debido a su escasa sensibilidad literaria o nula cultura "lingual". Todos sabemos que azahar, la flor del naranjo, significa "flor" en árabe. Tan exquisitos y consecuentes fuimos en el lenguaje antes de que Al-andalus (la mayor parte de la península ibérica) fuera conquistada por los castellanos, que supimos nombrarla como es debido: la flor, la flor por excelencia, dada su hermosura formal, su efímera vida, su portentoso aroma y hasta la exuberancia del dorado fruto que concibe en su vientre. Una flor no sólo es una flor, una flor es la preesciencia de un futuro.
Aún quedan días, semanas y hasta algún par de meses cortos para que los naranjos aparezcan nevados, como decía. Pero, con sólo nombrar la palabra "torrijas" pudiera ser que se nos activen todos los resortes internos que actúan en la teletransportación (atentos aficionados y expertos a y en física cuántica), y de esta forma encontrarnos en los anheladas bonanzas primaverales (hemisferio Norte, sur de hemisferio Norte), y no sé por qué, se me ocurre que tal vez, hasta a las deseadas estaciones, primavera en este caso, haya que ayudarlas a que sobrevengan.
No voy alargarme más en la introducción pues intuyo que al explicar la receta, aunque sencilla, me alargaré más de lo debido, así que paso directamente a los ingredientes.
Con una breve interrupción, ahora que lo pienso, pues antes debo decir que ya hace años que no las hago, concretamente desde que me sobrevino un pequeño, pero bastante doloroso, accidente doméstico realizándolas. Me salpicó aceite en la zona del pecho, hasta  ampollas del tamaño de una mandarina me salieron, y hasta fiebre padecí, así que decidí en ese mismo instante no volver a hacerlas (¿para qué arriesgarse si lo puedes obviar?). También es verdad que la auténtica repostera de la familia, mi hija Margarita, ya sabía hacerlas, así que, de alguna forma, le pasé el cargo a ella. En cuestiones de repostería ella es la chef, y ahora, con las torrijas, y algún dulce más con el que ya nos deleitaremos, hago yo las veces de pinche. No está mal, ¿verdad?, hay que variar de posición en la vida, es la mejor forma de disfrutar, y sobre todo, de aprender.
No se preocupen que yo les daré el truco para que no les suceda lo mismo que a mí. Lo que me ocurrió es que con la seguridad de la veteranía, una se descuidó, cosa que creo suele suceder en los humanos a menudo. Olvidamos aquello de que mientras más sabemos, más nos queda por aprender. Es como la adivinanza del agujero, mientras más tierra quitamos, más grande se hace... pues igual.
Pero paso ya a nombrar los ingredientes de tan sustancial, tridimensional, y multisensorial receta.
Redonda en definitiva, aunque nuestras torrijas sean en este caso, cuadradas (como los sanjacobitos de la anterior, ¿recuerdan?). Creo que hasta tienen algo de logarítmicas, ahora que lo pienso según escribo, nuestras torrijas de vino y miel.

Ingredientes:

- Un pan de torrijas. Una, la que suscribe, desde Sevilla, se plantea la inutilidad de tal especificación pues no atina a saber si en otros lugares este tipo de pan es susceptible de ser comprado en cualquier establecimiento. Por si acaso, les describo: Un pan de forma igual al típico pan de sandwich que podemos encontrar en nuestras tiendas, pero con la salvedad, por resultar producto de hornos con menos marca o menor proceso industrial, de poseer una consistencia bastante recia, casi parecido al pan de pueblo de toda la vida. Además, actualmente, y muy sabiamente, han encontrado la forma de introducirse en nuestras mentes más condicionadas por el gusto por guardar la línea, de tal forma que ya lo encontramos de tamaño más pequeño, con lo cual resulta que de cada rebanada antigua salen en el formato actual, cuatro, como con los sanjacobitos, con lo cual, y aquí sí hay reiteración, cuando nos comamos nuestras torrijas, podremos engañarnos diciendo que nos hemos comido ocho, cuando en realidad sólo nos hemos comido dos de las de tiempos, y formatos, pretéritos.
En resumidas cuentas, si no encuentran el típico pan para hacer torrijas, podemos apañarnos con un pan de fuerte consistencia.

- vino blanco
- agua
- huevos
- empiecen con un kilo de miel
- una cáscara de naranja

Este último ingrediente, tan aparentemente insospechado (supongo que mi hija tenía su intención al "obligarme" a poner esa fotografía) es la clave para evitar peligrosas salpicaduras en un proceso de fritura largo en el tiempo en el que el huevo acompaña a los alimentos. Añadiéndola, y cambiándola por otra nueva si vemos que ennegrece demasiado, al aceite a la vez que vamos friendo las torrijas evitaremos la proliferación de burbujas que el huevo en contacto con el aceite suele producir, y así de esta forma evitaremos el accidente que a mí me sobrevino.
No lo olviden, se ahorrarán un posible disgusto.
Y con respecto al resto, ya ven que no especifico cantidades. Aquí como en la mayoría de las recetas que les presento, debemos hacerlo todo a ojo de buen cubero, que sabemos que es el ojo por excelencia de todo cocinero que se precie.

Podemos comenzar ya.
Primero deslían en un recipiente la misma cantidad de vino que de agua. En esa preparación vayan sumergiendo cada rebanada del pan, vuelta y vuelta, y extráigánlas enseguida apartándolas en una fuente lo más plana posible (así evitaremos que los trozos del pan ya remojados se nos pudieran romper o deshacer).
A continuación casquen y batan un cierto número de huevos, cuatro es una buena cantidad para empezar. Ésta, la cantidad de huevos usados, dependerá de nuestro gusto y del número de torrijas que vayamos a hacer. Nos dispondremos a bañar cada rebanada remojada en agua y vino en los huevos batidos, para lo cual hay dos caminos distintos dependiendo de nuestro gusto, como antes he dicho. O bien nos armamos de una pequeña brocha o pincel de cocina con el, la, cual, pintaremos cada rebanada con el huevo batido, o bien, sumergiremos cada rebanada en el mismo. De la segunda forma conseguiremos unas torrijas más floreaditas, llenas de volantes (muy sevillanas, todo hay que decirlo), producto del especial efecto del huevo al entrar en contacto con el aceite caliente, más ricas en huevo, más caseras, pero también más pesadas de digerir. Con la primera nuestra torrijas aparecerán más cuadriculadamente dibujaditas, algo más ligeras para nuestro estómagos, pero también muy gustosas. Por ello la elección en el proceso sólo dependerá de nuestra decisión, y éste, de nuestro gusto o apetencia personal y hasta puede que temporal.
El siguiente paso es el de la fritura. Cada rebanada de pan remojada en agua y vino y pasada por el huevo iremos friéndola en el aceite (recomiendo de girasol) que previamente hayamos puesto a calentar.
Una vez bien doradas, y ya todas dispuestas en una buena fuente que disponga de algunos centímetros de hondo, llegamos al final, pero fundamental, paso del camino. Enmelaremos , es decir, bañaremos en miel.
Para ello deslían el kilo de miel en la misma cantidad aproximada de agua, en caliente, y cubran con ellas todas las torrijas.

Hemos terminado de preparar nuestra receta, pero aún no le hemos abierto la puerta a la primavera. Como ante toda visita deseada hay que estar pendiente hasta el último momento. Al par de horas vuelvan a mirar a sus torrijas, probablemente el pan haya absorbido todo el líquido resultante de la mezla de miel y agua, y como resulta, que a la hora de comerse una buena torrija, es fundamental encontrar el suficiente caldito de tan dulce paladar, dispongánse a preparar de nuevo un poco más de miel con agua para volver a bañarlas. Así nos aseguraremos ya de que cada torrija quede bien impregnada.
Aún así, les recomiendo tengan la precaución de cambiar de posición las que hayan quedado por debajo con las que se hallen situadas más arriba, pues así conseguiremos que todas nuestras torrijas queden bañadas en hidromiel, sin fermentar, ;), todas por igual, valientes.

Tengan un poco de paciencia hasta que enfríen bien y entonces dispónganse a degustarlas, y eso sí, siempre, consérvenlas en el frigorífico, pues por las sustancias que hemos usado, huevo, miel, vino, este tipo de preparación, con una ligera subida de las temperaturas tiene especial disposición a agriarse. Por algún motivo, las que suelen vender ya preparadas, no. Ni:

- llevan apenas vino
- ni por supuesto casi miel (se suele rsolver el dulzor con azúcares industriales)
- ...y del huevo ...mejor no hablar.
Comprensible es puesto que es necesario en la atención al público que los alimentos presenten las exigibles garantías sanitarias, pero, por favor, que no llamen huevo al líquido pasteurizado que se suele usar en los procesos alimenticios industriales. La palabra HUEVO es tan hermosa, hace referencia a un concepto tan hermoso de todo ser vivo (su reproducción, su fecundidad, aunque desde otro punto de vista haga referencia a la valentía, tal vez desde no tan "otro" o alejado punto de vista) que me parece hasta pecado utilizar su nombre si no conlleva la misma naturaleza. Manías de una.

En cualquier caso, los convoco a que se pongan a preparar esta deliciosa receta, los insto, vaya, y si me lo permiten hasta los provoco, queridos amigos, extraígan toda la sustancia de sus respectivas glándulas reproductoras (un par de huevos los varones, dos o-varios, las mujeres) átense el delantal y dispónganse a realizarlas. Verán qué satisfacción les inunda cuando al terminarlas, y degustarlas, comprueben que la primavera ha llegado a sus hogares, que es lo mismo que decir a sus corazones, claro está.
Y es que me parece a mí que para que las bonanzas lleguen, la mayoría de las veces, si no todas, sólo hay que quererlas. Y para querer, hay que ser muy valiente.
Y yo sé que todos ustedes lo son, aunque sólo se halle ese conocimiento en mí porque tenga el dato de que se atreven a leerme, ;)

Que las disfruten.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando va a volver a publicar mas recetas tan ricas como las suyas?

Anónimo dijo...

Si cocina tal como escribe... ¡de categoría seguro!.

Muy bien Loli, yo aprendí a hacerlas con mi madre desde que tengo uso de razón, ahora las hago con mi mujer. Tradicionalmente en mi casa siempre se han hecho con leche, canela, casacra de limón y vino de los Montes de Málaga en su variedad dulce (Pedro Ximenez).
Este año será el primero que no pueda comer las de ella, es por ello que me gustaría innovar y hacerlas con vino, aunque las combinaré con las de mi madre.
Gracias,
Jesús Nogueras

Anónimo dijo...

se le pueden añadir canela

Sevillana dijo...

hola Loli me parece genial su receta pero yo les suelo poner unas gotita de limon y canela molida al huevo batido.

Marta dijo...

Es la primera vez que me emociono leyendo una receta, usted si que es una artista.

He buscado entre leche,canela, azúcar y limones, hasta encontrar la suya, la que recordaba de mi abuela, vino blanco y miel en abundancia.
Gracias Loli, que gran placer.

Anónimo dijo...

Les dejo a todos mi saludo y sobre todo mi agradecimiento. He vuelto a mi propia publicación para releer la receta; no es que no la recordara, es que este año me dispongo a hacerlas YA, y quería coger ánimos. Sus respuestas, me los dan.
Muchas gracias a tod@s
Y feliz primavera.

Loli Giráldez

Carlos Serra dijo...

Querida Loli,

Quisiera darle la enhorabuena por este blog.

Bueno, realmente no era eso lo que quería decirle, sino el transmitirle que sus torrijas me han salido de lujo. Es la primera vez que las hago y he seguido al pie de la letra su receta, hasta el truco de la cáscara de naranja, ¡qué ricas!
He hecho tantas torrijas que tengo para toda la familia, incluso para esa hermana que tengo que hizo torrijas hace poco y no me dio. Pero bueno, en realidad no las hizo ella sino su marido, así que no es lo mismo.

Bien pensado, quizás le envíe torrijas a mi hermana a través de mi madre que, como usted, hace unas torrijas de escándalo.

Un cordial saludo, Loli.

MTR dijo...

Estimado GW (Imagino que no serás el de la tele con las mismas iniciales), la tierra para el que la trabaja, ya sabes.
Salud.

Anónimo dijo...

Estimados GW_ Carlos y estimado MTR, permítanme mediar en su discusión con la introducción de ste enlace:

http://www.youtube.com/watch?v=1Y_UkFBiPjQ

Y que las torrijas les resulten de buen provecho a ambos: Lo importante es hacerlas, no lo olviden. Ahí está su beneficio.
Un beso para cada uno

Loli Giráldez

Anónimo dijo...

Yo tambien aprendi de mi madre y por si le vas bien a alguien, yo bato primero las claras a punto de nieve y despues les agregos las yemas asi quedan mas esponjosas, hay que tener en cuentas cuando se sacan del huevo retirar un poco con un tenedor o barilla y al ponerlas en el aceite caliente darle la vuelta rapidamente y despues freir normal, probarlas vereis que jugosas quedan

emoticones para facebook dijo...

Esto hay que probarlo, debe ser algo riquisimo, gracias por compartir! :)